BODA PRINCIPESCA

Máxima Zorreguieta y Guillermo de Holanda hicieron su entrada en Nieuwe Kerk mientras sonaba la marcha nupcial. Tal y como marca la tradición holandesa, Máxima llegó al altar del brazo de su prometido, lo que probablemente le hizo menos amargo el recuerdo de la ausencia de sus padres.




El reverendo C. A. Ter Linden, ministro emérito de la iglesia Kloosterherk y oficiante de la ceremonia, comenzó el emotivo servicio religioso recordando a los padres de Máxima sin los que, como señaló: " Máxima no hubiera podido ser lo que es hoy". Asimismo, se refirió a la difícil situación política que atraviesa el país de la novia, Argentina, y después dio la bienvenida a los diferentes miembros de las Casas Reales europeas que asistieron al enlace de los futuros reyes de Holanda.

El padre Braum, amigo de la familia Zorreguieta, participó en el servicio
El reverendo dio entonces paso a Rafael Braum, un sacerdote jesuita gran amigo de la familia Zorreguieta, que leyó la Carta a Ruth del Antiguo Testamento. Máxima, con la emoción contenida, sonreía dulcemente mientras escuchaba las palabras en castellano, con un suave deje argentino, del padre Braum.

Después, llegó la primera lectura de la ceremonia, que realizó el príncipe Johan Friso, hermano de Guillermo, y de nuevo, C.A Ter Linden se dirigió a los contrayentes.
"Vemos aquí un hombre que sabiendo lo que le venía encima ha aguantado y tenemos una mujer que está dispuesta a acompañarlo en un camino tan especial", dijo el reverendo. "Máxima -continuó - será un gran apoyo con su carácter alegre, con su talento, con su bondad es importante que pueda ser ella misma y mantener su carácter espontáneo". "Recordad -añadió- que juntos sois más".

Llegó entonces el momento en el que los novios se dirigieron al altar junto a sus testigos. Samantha Deane y Florencia di Cocco, las mejores amigas de la nueva Princesa de Holanda, realizaron su promesa en castellano, mientras que el príncipe Constantino de Holanda y Marc ter Haar, testigos de Guillermo, lo realizaron en holandés.
Familia Real de Oranje


El segundo "Sí, quiero" de la pareja llegó pocos minutos antes de las doce y media del mediodía. El príncipe Guillermo no pudo evitar ruborizarse al pronunciar "Ja" ( sí) lo que produjo la sonrisa cómplice de todos los asistentes. Las mismas risas se oyeron cuando el Príncipe colocaba con dificultad la alianza en el dedo de Máxima.




Máxima luchó toda la ceremonia por contener la profunda emoción que sentía. Las lágrimas no asomaron a su rostro cuando el reverendo Linden hizo referencia a sus padres, que por decisión del parlamento holandés no pudieron asistir a la ceremonia y tampoco llegaron cuando su amigo el padre Braun participó en el servicio. Sin embargo, cuando sonó la música del bandoneón argentino con la pieza Adiós, Nonino , de Piazzola, no pudo contener por más tiempo sus sentimientos y dejó que las lágrimas recorrieran su rostro.